«GRACIAS A MI MADRE»

Dr. Felipe Guerrero

Este Ocho de Octubre hace una década, partió al cielo mi madre Rosa Guerrero. Había nacido en «Caricuena» a principios del Siglo Veinte, en consecuencia mi madre recorrió durante más de un siglo estos caminos y veredas tachirenses. «Mi Nona» Margarita, también  con una envidiable longevidad de más de cien años, a pesar de su edad siempre me acompañaba a la escuela. Mi abuela y mi madre peregrinaron por la tierra y partieron al cielo sin saber leer ni escribir, pero las dos soñaron, trabajaron y lucharon para brindarme la oportunidad de que yo viviera esa liberadora experiencia.

Hoy todavía me pregunto de qué material estaban hechos los sueños de esas mujeres.

Al recordar el tránsito de mi madre al paraíso celestial,  vuelvo a mirar la muerte desde la perspectiva de triunfo de quienes somos discípulos del resucitado

Crecí en La Grita con la única compañía de «Mi Nona» Margarita, mi madre Rosa y mi hermana Ramona;  en consecuencia mi infancia y juventud transcurre en medio de mujeres que vivieron largos años enfrentando desafíos, dolores y adversidades, pero que supieron atravesar y superar con enorme entereza.

Eran otros tiempos. No había televisión, menos computadoras,  ni internet,  ni celulares, pero el recordar lo felices que éramos me obliga a dar Gracias a Dios por haberlo vivido. Cada vez que puedo renuevo nostálgicamente los aromas maravillosos de las «Almojábanas» y el café que disfrutábamos a la «hora del puntal», esa merienda tachirense que invita «A tardear», «A merendar» o simplemente «A apuntalar» en familia. Hoy rindo homenaje a la memoria de estas tres grandes mujeres  que no están pero que siempre van a estar.

A una década de la partida de mi madre, brota mi recuerdo agradecido  a estas mujeres ya que con ellas aprendí a «comprender que existen horas lacerantes que debemos transitar para luego sentirnos complacidos… Porque el tiempo que aflige pronto cesa… Luego respiramos hondo y cuando miramos hacia atrás todo pasó y podemos sonreír plena y felizmente, viendo que superamos la tempestad…».

Estas mujeres son la memoria viva de una comunidad, son la explicación de un país, esa descripción  que no se publica en libros pero que es finalmente la que nos enseña como somos. Estas mujeres son el resumen de lo más bueno y hermoso que podemos hallar en nuestro pueblo y sus manos son como un libro abierto en el que siempre puedo encontrar las mejores lecciones.

Con esas mujeres crecí en medio de grandes carencias, cuando «la pobreza» no era una vergüenza o un estigma, sino más bien una condición que no estropeaba las sencillas alegrías de disfrutar de una «quesadilla» o una «Almojábana». Con «Mi Nona» Margarita, mi madre Rosa y mi hermana Ramona, aprendí que «La Pobreza» era una modesta sencillez

Hoy al recordar a Mi Madre… Siento, aprecio y agradezco todo lo que me dio.. 

Gracias a mi madre que me entregó sus sueños para que yo soñara con ellos.

Gracias a mi madre que me educó con el ejemplo. Teniéndola a ella como la maestra de mi existencia, resulta imposible ser en nuestra vida inferiores a esos retos.

Gracias a mi madre por su infinito amor que siempre me sirvió de imán para mantener unidas nuestras vidas.

Gracias a mi madre porque en su peregrinaje terrenal nunca se dejó doblegar por las dificultades.

Gracias a mi madre porque nunca perdió el rumbo y nunca permitió que yo me derrumbara en el camino.

Gracias a mi madre porque supo diseñar  la esperanza en mi horizonte. Ese diseño sigue siendo protagonista de mi  presente.

Gracias a mi madre que supo cumplir sabiamente las tareas de mamá y papá.

Gracias a mi madre por  el inmensurable legado de amor que nos dejaste…

1 Comments

  1. Vilma Pérez

    Hermosa manifestación.
    Que el recuerdo hermoso de tan virtuosas mujeres, forjado con amor, trabajo y esfuerzo, se mantenga vivo en sus corazones.
    “Nadie muere mientras sea recordado”

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