LA RESURRECCIÓN DE EDGAR ROA

Dr. Felipe Guerrero

Un hermano de fe latinoamericano nos dijo: «Yo opté por el cristianismo por considerar que en él encontraba la forma más pura de servir a mi prójimo, motivado por el deseo de entregarme de tiempo completo al amor de mis semejantes. Correré con todos los riesgos que me exija». Estas mismas expresiones también pudo haberlas pronunciado otro hermano en la fe: EDGAR ROA quien nació a la vida eterna el 24 de Agosto del año 2014.

En esa hora plantamos su cuerpo en esta tierra lindero de la patria que tanto nos enseñó a amar.

Estamos recordando que hace nueve años nuestro hermano EDGAR ROA partió al encuentro con el Dios de la Pesebrera y del Calvario, esto es con el Dios de los excluidos

En muchas oportunidades junto a EDGAR ROA compartimos variados encuentros con ese Dios que es fácil de encontrar en barrios, en suburbios y en descampados.  Ahí aprendimos a decirle:  «Eres un Dios escondido, pero en la carne de un hombre. Eres un Dios escondido en cada rostro de pobre. Más tu Amor se nos revela cuanto más se nos esconde…»

Al lado de EDGAR ROA descubrimos  que «Dios está siempre cerca de la puerta de nuestro corazón y espera que le abramos. Y a veces llama al corazón, pero no es invasor: Él espera. Siempre cerca de nuestro corazón, y cuando llama lo hace con ternura y con amor»

Buena hora para recordar el episodio de Emaús (Lc 24,13–35) y decir con el poeta: «A menudo volvemos a encontramos / al caer de la tarde con el mismo / Viajero de aquel día. Y, al llegar / a casa, lo invitamos: Quédate con nosotros, la noche se echa encima, / y el camino es difícil, cada vez / más difícil, y no vas a irte solo… / Y acepta el hospedaje / Y preparamos rápido / la mesa, el pan, el vino y la amistad. / Y el Viajero nos mira con amor. / Y parte el pan con lentitud. Y dice sus palabras. Y lo reconocemos / cuando desaparece como entonces»

Celebramos la resurrección de EDGAR ROA en un homenaje silencioso cargado con la fuerza de la oración. Somos militantes de la Resurrección y creemos en la Comunión de los Santos a los cuales pertenece nuestro hermano EDGAR ROA

Es un silencio entre voces, una mirada sin ser vista, una presencia sin cuerpo, un dulce recuerdo, una sonrisa jamás olvidada, una amistad con lazos eternos.

Elevamos la oración de gratitud al Dios de la vida por habernos dado a hermanos como EDGAR ROA que partió al cielo como una adelantada de la luz. Estamos seguros que desde allá nos ilumina los caminos que transitamos en nuestro peregrinaje terrenal.

Con EDGAR ROA fuimos abonando la tierra y regando semillas en los programas por el fortalecimiento de la familia, en los medios de comunicación social y con los grupos juveniles,  siempre proclamando nuestra lucha a favor de la justicia, porque en definitiva  el Reino de Dios entraña esencialmente la implantación de la justicia,  que consiste ante todo, en la liberación de los pobres y oprimidos.

A la revolucionaria tradición que expusieron Profetas como Amos, Isaías y Miqueas se suma el liberador pasaje del Canto del Magníficat que en labios de María: «Proclama mi alma la grandeza del Señor… Su brazo interviene con fuerza, desbarata los planes de los arrogantes: derriba del trono a los poderosos y encumbra a los humildes; a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide de vacíos» (Lucas 1, 46-48)

El anuncio programático dela misión  de Jesús, lo recoge el evangelista Lucas.  «El Espíritu del Señor descansa sobre mí, porque él me ha enviado a dar la buena noticia a los pobres, a proclamar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos(Lucas 4, 18-19)

Cuánta razón tenía nuestro hermano EDGAR ROA al afirmar que «La justicia del Reino de Dios  es, entonces, la que esperan los pobres, las víctimas, los más débiles y sencillos».

Al recordar la partida al paraíso celestial de nuestro hermano EDGAR ROA, damos Gracias a Dios por su peregrinaje terrenal y como discípulos del resucitado, seguimos rezando  unidos con la dicha que no podrá quitarnos ni el día, ni la tarde, ni la noche, ni el tiempo, ni la vida, ni la muerte.

Le pedimos a EDGAR ROA que interceda ante el Dios de la vida y la liberación,  para que definitivamente caiga una lluvia de confianza, de libertad  y de optimismo sobre esta tierra.

Tiene que llover para que broten las flores del amor, para que maduren los frutos de la paz, para que el árbol de la vida crezca y nos cubra con su sombra.

Tiene que llover agua de justicia hasta que no quede un solo hombre oprimido ni explotado.
Tiene llover para que crezcan claveles blancos en los cañones de las metralletas.

Tiene que llover para que podamos recolectar la cosecha de vida que EDGAR ROA nos ayudó a cultivar.

Tiene que llover para que los frutos lleguen a la mesa  de los excluidos, para que no falte nada en la humilde vivienda de los marginados y para que cada quien tenga lo que es suyo, porque se lo ganó con el sudor de la frente y no con el tráfico de influencias.

Quienes somos sus compañeros de utopías, agradecemos a Dios por la vida de EDGAR ROA.

Nosotros  seguimos  peregrinando aquí en la tierra y nos comprometemos a esperar la lluvia purificadora  que hace años nos prometieron los últimos profetas. De esta forma vivimos LA RESURRECCIÓN DE EDGAR ROA

3 Comments

  1. Rodolfo Gaetano Greco

    Estupendo Padre, gran proyecto de su fundacion de Semillas de Esperanza, donde estuvo mi madre Mery Cedeno de Greco.

  2. Gladtt

    Recordar nuestro querido hermano amigo .monseñor Edgar Roa ….con. Su sonrisa y lindas predicas .de su parroquia Divino Redentor . Los paseos al seminario de Palmira con los hermanos de la legión de María..amante de la música con su acordeón y piano fue parte de mí infancia …Doy gracias a Dios por darme la oportunidad de conocer su Discípulo…

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