DULCE  PARTIÓ  AL  PARAISO 

Dr. Felipe Guerrero

En este tiempo, justo en el momento en el cual la humanidad entera recuerda el doloroso crimen del Calvario,  adelantado por los poderosos de la tierra para crucificar al inocente en el Gólgota, con el propósito de negar la construcción de un mundo nuevo, tal como lo enseñaba el hijo del carpintero de Nazareth.

Hoy después de veinte siglos,  ese mismo Nazareno transita por esta Venezuela que es su nuevo calvario. En esta tierra porta una pesada cruz de mujeres maltratadas, de enfermos sin medicamentos, de hombres desempleados, de niños hambrientos.

Por las calles y veredas de la patria transita cargado de dolores el Nazareno.

En esta Venezuela «Más poblada en la gloria que en la tierra, la que algo tiene y nadie sabe dónde, si en la leche, en la sangre o la placenta, que el hijo vil se le eterniza adentro y el hijo grande se le muere afuera», en  ese peregrinaje, al lado de los humildes, el Nazareno  encontró a nuestra hermana de ideal DULCE MORA DE GUTIERREZ y como siempre lo hace con los bienaventurados le dijo: «Te aseguro que hoy estrás conmigo en el paraíso» (Lucas 23, 43) 

DULCE MORA DE GUTIERREZ partió muy temprano, a celebrar la Pascua en medio de coros celestiales, como deseamos festejarla en cualquier momento los discípulos del resucitado, convencidos como estamos que la vida siempre derrotará a la muerte.

Los Wayû aseguran que se muere tres veces: «Se muere en la tierra, se muere en Jepirra que es el lugar  a  donde van los espíritus antes de partir a las estrellas  y se muere en la memoria de las personas».

En esta hora de la partida hacia la patria celestial de DULCE MORA DE GUTIERREZ, estoy seguro que nuestra hermana de utopías, siempre estará viva en la memoria de quienes asumimos la hermosa tarea de ser maestros. Estará viva en quienes nos formamos en las aulas del viejo Pedagógico de Caracas. Estará viva en quienes compartimos el cálido hogar de «APROFEP». Estará viva en la eterna lucha por la liberación de los más humildes.

DULCE MORA DE GUTIERREZ no morirá porque siempre la recordaremos. La recordaremos como la mujer que creció en un hogar ejemplar en esta tierra de montaña. Con su familia crecimos por estas calles «que empinándose van detrás de la neblina». En plena juventud toma la decisión de ser «Maestra» y con la fragua del «PEDAGÓGICO» y con la fragua de «APROFEP» salimos a construir  «Con arcilla de espíritu» una Venezuela mejor. En ese peregrinaje, DULCE MORA juntó su vida a la de otro idealista: Luis Beltrán Gutiérrez para diseñar con  ese espíritu libre, indomable y soñador una respetable familia.

Quienes permanecemos acá, batiendo el pañuelo de las despedidas, nos vamos envolviendo en una atmósfera llena de gratos recuerdos y vivencias compartidas. DULCE y LUIS BELTRÁN, los hermanos de lucha, siempre fueron  unos profesionales a toda prueba, dedicados en su totalidad a la tarea de educar a los jóvenes que tuvieron el privilegio de tenerlos como maestros. Educadores sedientos de conocimientos e intolerantes ante la mediocridad que fueron haciendo de la pedagogía una herramienta irreemplazable para modelar y formar la patria nueva.

El cantautor  Silvio Rodríguez dijo: «Si uno fuera a llorar cuando termina, no alcanzarán las lagrimas a tanto, nuestras horas de amor así vividas, es mejor despedirlas con un canto…».

En esta hora de Pascua de Resurrección,  elevamos un canto de gratitud a la vida…

Para quienes seguimos peregrinando en la tierra, nos queda disfrutar de los gratos  recuerdos,  en medio del silencio que es el mejor compañero de la nostalgia. En estos espacios de silencio, sólo escuchamos su testimonio. Ahí es cuando logramos descubrir que no estamos solos.

Únicamente con la soledad de los seres queridos disfrutamos de nuestra propia soledad.

Que nadie nos robe la soledad de los encuentros, ahora cuando DULCE  PARTIÓ  AL  PARAISO.