GRACIAS  A  LOS  PIONEROS

Dr. Felipe Guerrero

Era el Cuatro de Abril de Mil Novecientos Setenta y Dos. Ese histórico día iniciaba sus actividades el INSTITUTO UNIVERSITARIO DE TECNOLOGÍA, AGRO-INDUSTRIAL «REGIÓN LOS ANDES». Los ojos tachirenses miraban con asombro como el antiguo Parque Exposición «Teotimo Depablos» se transformaba y se revestía con el claro resplandor de una Casa de Estudios Superiores. Treinta docentes iniciaban sus tareas de investigación, docencia y extensión, acompañando a los primeros doscientos alumnos inscritos.

Hace medio siglo comenzó este peregrinaje liberador… «Una intensa inquietud agitaba a toda la comunidad». Empezaba la realización de una vieja utopía con un trabajo disciplinado y reflexivo.

Del grupo de maestros formadores que arrancaron esa marcha generosa se puede afirmar lo que de sí dijo el Quijote: «Que eran andantes, valientes, comedidos, generosos, atrevidos, pacientes, sufridores de trabajos y de encantos…»

Conviene que el Cuatro de Abril de cada año, la patria agradecida rescate el valor de esta fecha, sobre todo, en este momento cuando no se recuerdan ni se celebran estos hitos ocurridos en la construcción histórica de la patria,  porque Venezuela sufre la dolorosa pandemia del «Alzheimer de la Ingratitud». Antes de que este maldito borrador del desagradecimiento, de la indiferencia, del olvido y del desprecio comenzara a limpiar la memoria de muchos.

Hoy volvemos a recordar que hace Cincuenta Años, el Cuatro de Abril de Mil Novecientos Setenta y Dos, un calificado grupo de treinta docentes acompañaron a los primeros doscientos alumnos en el inicio de esta marcha generosa. Dos años después, en Mil Novecientos Setenta y Cuatro, la sociedad venezolana recoge la primera cosecha de aquella generosa siembra, cuyos frutos están representados por Treinta y Seis profesionales que van a servir a la patria. Cuatro en el área de Agronomía, Diez en Tecnología de Alimentos y Veintidos en Electrónica Industrial

Hoy, luego de medio siglo, «Estoy aquí con mis palabras -que no me alcanzan para lo que siento- pero que son licencia y homenaje para honrar el cariño que les tengo. Hoy vengo a declarar lo que se calla, a compartir mi sed, mis sentimientos, mis noches, mi ilusión, mi fe, mis dudas, mis esperanzas, mi calor, mi invierno…».

Hoy le digo a esos maestros que fueron los pioneros: ¡Gracias…! Al final gana  el que tiene amor, el que sabe dar, el que comprende al que no comprende y el que no se olvida de aquel que todo olvida».

Anduve revolviendo como un loco el cofre de memorias que me llevo y entre mares de letras y palabras comenzó a cabalgar mi pensamiento y solo me quedó decirles ¡GRACIAS…!. ¡GRACIAS A TODOS LOS PIONEROS!

Gracias por cada día de servicio, porque no quisieron faltar a sus tareas, a pesar de padecer malestares en el cuerpo y gravísimos dolores en el alma.

Gracias por cada día de servicio, en que supieron emocionarse con los gestos invisibles que pasan casi desapercibidos y callados.

Gracias por toda la paciencia, pero gracias por no perder ni un ápice de esperanza.

Gracias por dar sentido, forma y contenido a cada día y  en cada nueva jornada de trabajo.

Gracias  por vivir el oficio de maestros con entrega generosa.

Gracias por convertir cada atasco y cada dificultad en una nueva experiencia de oportunidad.

Gracias por resolver y descifrar respuestas enigmáticas envueltas entre imposibles palabras.

Gracias porque han sido maestros que no se han dejado cegar por pasajeros privilegios, no se han desprendido nunca de sus alas, no se han despojado nunca de sus credos, no han arriado sus banderas, no se han olvidado jamás de dónde vienen y a dónde debe conducir su vuelo.

Continúen levantando el valor y la mirada, sigan colocando de pie la flor de sus intentos, no dejen de remar contra el mar y contra el viento.  Hoy les invito a cabalgar la aurora en el potro con alas del misterio y a comenzar de nuevo. Yo los llamo a insistir, a convencerse del valor, de la lucha, del derecho a escoger con coraje y libremente el difícil camino de ser bueno.

Yo los invito a cosechar del alma los frutos de las experiencias del ayer y de lo eterno.  Hoy los llamo a vivir, a caminar sobre las aguas turbias y a seguir jugándose la vida por un sueño.

Rindo justiciero homenaje a los primeros treinta docentes que acompañaron a los primeros doscientos alumnos que hace cincuenta años, iniciaron esta marcha de esfuerzos generosos. Felicitamos a esas manos añejadas con olor a café tachirense. Este es nuestro humilde homenaje, al fin y al cabo «En el rocío de las pequeñas cosas, el corazón encuentra su mañana y se refresca».