HASTA LUEGO

Dr. Felipe Guerrero

Siempre he dicho que a La Grita la amo con toda la ternura porque allí permanecen sepultadas las cenizas de mi «Nona Margarita» y muchas tumbas de seres inolvidables de mi vida. Cuanta razón tenia Nietzsche al afirmar que «Solo donde hay sepulcros habrá resurrecciones».

Amo a La Grita con el amor que mis maestros depositaron en mí. Cuando me acerco a ese paraíso de montañas noto que el corazón acelera sus latidos y confundo el azahar y la azucena con el bulliciosa amistad de muchos que como maestros peregrinaron a mi lado por aulas y pupitres, por calles y por plazas

Con el paso de los años he notado su ausencia, porque se fueron a dictar clases en las escuelas del cielo

En la madrugada una despedida… En la tarde otra nueva ausencia

Y hoy me desperté con la amarga noticia de que partió a la patria de la eterna primavera la Señora LOLY GONZALEZ DE MESA, otra maestra que desde su hogar permanentemente dictaba lecciones como una excelente esposa, una extraordinaria madre y una respetable vecina; mientras que el maestro JOSÉ MESA GONZALEZ, su eterno compañero de vida, nos dictaba brillantes clases de ciencias experimentales, de tecnología y de un testimonial y generoso humanismo.

Ahora la Señora LOLY se marcha el reencuentro con su esposo con la discreta mansedumbre que le caracterizó y con la suavidad de las brisas parameras.

La noticia nos obliga a escribir desde el corazón, porque cuando perdemos a alguien importante en nuestra vida, hay algo que no se lleva, es la huella que se deja de su peregrinaje por la tierra y la Señora LOLY dejó una estela muy difícil de borrar

En este momento acompañamos en silencio a toda la FAMILIA MESA GONZALEZ. Es un silencio entre voces, una mirada sin ser vista, una presencia sin cuerpo, un dulce recuerdo, una sonrisa jamás olvidada, una amistad con lazos eternos.

En esta hora elevamos un Salmo de Gratitud al Dios de la vida por la generosa y fructífera existencia del Profesor JOSÉ MEZA y de su esposa LOLY GONZALEZ DE MESA. Estos amigos son nuestros hermanos. Mientras hacíamos oración familiar desde nuestro templo de «La Fortaleza» en donde tantas veces compartimos con la Familia MEZA GONZALEZ, recordé los versos de un bello poema de don Alberto Cortéz que invita a meditar sobre la vida cotidiana. Parafraseando a un cantautor tan puro, noble y transparente como la Familia MEZA GONZALEZ, puedo afirmar: «Qué suerte he tenido de nacer en La Grita… Para estrechar estas manos de amigo… Y poder asistir como testigo… Al milagro de cada amanecer… Qué suerte he tenido de nacer… Y conocer estos maestros de la vida…».

«Qué suerte he tenido de nacer… Para tener acceso a la fortuna… De ser río en lugar de ser laguna… De ser lluvia en lugar de ver llover»

Hay en la teología cristiana la confianza en la promesa de que el Dios del Amor y de la Vida nos resucitará. Porque soy un militante de la resurrección, estoy convencido que el Misterio de Amor resucitará a todos estos maestros que como adelantados de la luz partieron hacia la patria de la eterna primavera. Desde allá nos siguen regalando el testimonio de una vida cuyo misterio, como el de la propia existencia, no se deja penetrar por nuestra razón, nuestras explicaciones, nuestras ecuaciones o nuestras palabras.

Ahora nos toca a quienes seguimos peregrinando a la espera en esta historia, vivir con agradecimiento todas sus lecciones de vida, el sabor de su obra generosa. Al batir el pañuelo de las despedidas desde el malecón de La Grita, le decimos a la señora LOLY GONZALEZ DE MESA: «Mil gracias derramando… Pasó por estos sotos con presura… Y, yéndolos mirando… con sola su figura… Vestidos los dejó con su hermosura».