Hemos finalizado la lectura de la obra «RECORDAR ES VIVIR DE NUEVO» una crónica escrita por la pluma del maestro PEDRO LOBO, pero con una vinculante coautoría familiar. Se señala que la coautoría es una forma de creación en la que cada participante no realiza el hecho por completo, sino que lo desarrolla y lo ejecuta con los otros; supone, por tanto, la autoría de un conjunto de personas. Esta disertación nos recuerda la expresión del escritor Víctor Montenegro quien aseguró que: «Los hombres pasan, pero los recuerdos quedan, como quedan las obras de los que algo hacen».
En la construcción de esa genial creación además del maestro coordinador participa la también maestra MARINA. Al referirse a esta compañera de vida, PEDRO asegura: « ¡Soy muy afortunado de tenerla como mi esposa! ¡A su lado, la realidad parece un sueño!»
En la recolección de los frutos de tan singular cosecha también participó PEDMAR el instrumento que Dios les regaló para que los maestros PEDRO y MARINA entendieran su papel de padres. Igualmente estuvo involucrado ALEX, el otro hijo que se comunica con ellos sin decir palabras, porque con solo mirarse, padres e hijos utilizan el más hermoso lenguaje que es el de los ojos.
La ternura femenina aparece en esta obra de la mano de la hija NORMA quien junto con sus hijas YUDITH y KEILY construyen un altar de gratitud, pues han entendido las múltiples orientaciones dadas por los padres que hoy pueden proclamar orgullosas: «Hijos y Nietas: Les amamos lo suficiente como para hacer todo lo que Ustedes hicieron por nosotros».
Estas lecciones rompen los estrechos linderos del hogar de la familia LOBO GALAVIZ, porque como aseguró un brillante escritor: «La vida es simplemente un reflejo de nuestras acciones. Si deseamos más amor en el mundo, debemos crear más amor a nuestro alrededor. Si deseamos felicidad, debemos regalar felicidad a los que nos rodean. Si queremos una sonrisa en el alma, debemos obsequiar sonrisas; porque la vida nos devuelve aquello que le hemos dado».
Se afirma que la primera obligación de los Padres hacia los hijos es hacerlos felices. Al acercarnos al hogar de la familia LOBO GALAVIZ, observamos la conducta de sus integrantes y tenemos la certeza de que esos padres cumplieron cabalmente ese maravilloso mandato.
Los hijos y los nietos son un arcoíris, una curva de luz a través de la niebla dispersa que levanta el espíritu con su presencia prismática. Ellos en el hogar son la mejor promesa.
Al concluir la lectura de la obra «RECORDAR ES VIVIR DE NUEVO» resulta prudente evocar que en sus páginas se recoge la crónica de un matrimonio que se realizó el día siete de agosto de Mil Novecientos sesenta y Cinco, en consecuencia de una pareja que está a punto de cumplir Sesenta Años de unión matrimonial. En el hogar que construyeron los maestros PEDRO LOBO y MARINA GALAVIZ se cumple plenamente la expresión del Apóstol de los Gentiles: «El amor es paciente, afable; no tiene envidia; no presume ni es engreído; no es mal educado ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. El amor disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites. El amor no pasa nunca» (1 Corintios 13:4-7).
Esa es una lección que nos está proclamando el hogar de la familia LOBO GALAVIZ: «El Amor no pasa nunca» y esta proclamación en esta hora es un desafío a la cultura moderna, donde el amor aparece como un sentimiento pasajero, momentáneo, que termina. Es común escuchar en diferentes ambientes de la sociedad expresiones como «El Amor se acaba» o «Hasta que les dure el amor».
Al observar a la pareja integrada por PEDRO LOBO y MARINA GALAVIZ nos preguntamos ¿Qué hace que el amor entre dos personas pueda soportar sesenta años en medio de las dificultades y de los sufrimientos de la vida, para que en lugar de debilitarse se robustezca y se haga más fuerte?
La respuesta a esta interrogante la encontramos en las páginas de la crónica «RECORDAR ES VIVIR DE NUEVO», porque para la familia LOBO GALAVIZ
1. El verdadero amor es una roca: Cuando el amor es real no está cimentado en falsas seguridades, está cimentado sobre roca, y esa roca es Dios.
2. El verdadero amor es una perla: El amor es como la perla preciosa, que Jesús describe en el Evangelio, por la que vale la pena vender todo para quedarse con ella.
3. El verdadero amor es una semilla: Que debemos cultivar, y cuyos frutos podrán alimentar no solo al grupo familiar sino a toda la sociedad, porque el amor se difunde, se irradia, se comparte y contagia todo lo que alcanza.
Desde esta cosmovisión, el verdadero amor no pasa nunca. ¿Y quién no anhela un amor así?
Las historias y las narraciones, desde tiempos ancestrales se han compartido en todas las culturas; como un medio para educar e inculcar un sistema de valores morales de generación en generación. La crónica «RECORDAR ES VIVIR DE NUEVO» es un relato que procura centrarse en el modo de vida sencillo pero cargado de valores trascendentales que muestra la imagen de una familia, más allá de los grandes hechos, que habitualmente son los que se presentan en la historia convencional. Esta peculiaridad le confiere a esta crónica, pinceladas muy especiales y ejemplarizantes para las familias y para la sociedad en general.
Gracias a la Familia LOBO GALAVIZ por este singular aporte. Recordemos que la familia es una institución tan poderosa como frágil y se convierte para cada uno de sus miembros en un lugar privilegiado de aprendizaje.Recientemente se realizó un estudio de opinión en donde se le preguntaba a las personas: «Si la felicidad tuviera un olor ¿A qué olería?. Uno de los tantos entrevistados respondió: «Creo que la felicidad huele a calor de hogar, al abrazo de un padre, a la sonrisa de una madre, a la confidencia de un hermano, a la comida de la abuela, a las preguntas de una hija, al bienestar de los que amo; huele también a colores de la tarde, a un café al levantarse o a una comida por humilde que sea en la mesa». Al leer esta respuesta encontré el dibujo perfecto de la FAMILIA LOBO GALAVIZ. Por eso ellos nos muestran estos SENDEROS DE AMOR