<<NAVIDADES COMO AQUELLAS>>

Dr. Felipe Guerrero

En estos días ascendemos nuevamente por el páramo del Zumbador. Nos resulta familiar transitar estas veredas que conocemos desde niños, rodeados por esta niebla que despierta la paz de las alturas.  En este paraíso, se disfruta de una hermosa libertad, mientras nuestras manos juegan con la blanca, densa y espesa neblina que envuelve el ambiente.

Un amigo me preguntó ¿Por qué volver a La Grita en Navidad? El poeta Andres Breton define estos retornos diciendo que: «La cuestión no está en entender sino en amar». Ninguna frase mejor para explicar estos necesarios regresos. Esa aldea hace parte de nuestros recuerdos y por ende de nuestra historia personal. En esta estación bien puedo decir con palabras que quisiera mías que «he sentido la dulzura de los montes tachirenses siempre orlados por las brumas, hechiceras persistentes… He oído los susurros de los aires zumbadores que se cuelan por las grietas y los riscos soñadores, alentando a los andinos con su silbido tropical…»

Volvemos a La Grita… Este tiempo favorece el sentimiento identitario, nos recuerda que pertenecemos a una comunidad, por eso volver a nuestra aldea es reconfortante, porque nos permite retornar al mundo donde sabemos descifrar todos sus códigos. Volvemos a saborear «Las Quesadillas» y «Las Almojábanas», volvemos a las «Misas de Aguinaldo», volvemos a participar de los tradicionales «Juegos de Aguinaldos», volvemos a acompañar al «Toro de Candela» con su encendida cornamenta, volvemos a la «Misa del Gallo», volvemos, volvemos, volvemos…

Es el relato del eterno retorno. Buen momento para recordar La Odisea, el poema épico en donde Homero describe el largo viaje a casa del héroe griego. El mítico rey navega de regreso a su casa en Ítaca después de la Guerra de Troya.

La Odisea es la metáfora de un profundo viaje interior. A través de las pruebas y tribulaciones se aprende el autodescubrimiento y el significado de la vida.

En «La Ilíada» se trata de ir a la conquista. En «La Odisea» se trata de volver a casa. No se busca ser un héroe y conquistar un espacio, sino de encontrar la vuelta del regreso, retornar a los lugares queridos, estar en el hogar, mirar las cosas que uno conoce y volver a verles su brillo.

Retornar en esta hora inevitablemente nos conduce a la melancolía que destila la voz de Carlos Gardel al interpretar los versos del poema. También «Yo adivino el parpadeo / de las luces que a lo lejos / van marcando mi retorno…».

Regresar a La Grita en esta estación es un renacer. Ya lo dijo Charles Dickens que «El recuerdo, como una vela, brilla más en Navidad».

Estas fiestas vuelven cargadas de luz y de esperanza. El nacimiento en la pesebrera de Belén aparece ante nuestros ojos y nuestra memoria con toda su esencia humana. Nos coloca frente a los eternos valores que trajo ese niño encarnado, para una humanidad hambrienta y a veces enferma, privada de un horizonte alcanzable o una brújula para la vida. Una humanidad que aparece mucho más frágil, llena de un poder vacío, cargada de costosos y sofisticados armamentos para asesinar, pero necesitada de esperanza, una esperanza que nace desde lo más profundo del ser humano, a fin de ser imagen y semejanza del Niño de la Pesebrera.  

Ojalá que todos podamos volver a las raíces. Que esta celebración sea momento oportuno para acercarnos a los más pequeños, que sea una forma de actuar capaz de hacernos cargo nuevamente de cada hermano. La lección de la pesebrera de Belén nos obliga a alentar nuevas relaciones.

Estos festejos compartiendo en familia o viviendo en soledad sirven para que cada mañana abramos las puertas y ventanas del corazón a la fe y a la esperanza. 

La vida es un peregrinaje que realizamos por un largo camino que nos conduce a una meta. Es un viaje un camino y una meta. Es un viaje en el mar de la historia, donde a veces nuestra barca navega entre tormentas, pero un viaje donde las verdaderas estrellas que nos guían son personas que irradian luz y esperanza, hasta llegar al pequeño que nació en la pesebrera. Ese pequeño es la luz por antonomasia, que montó su tienda de campaña entre nosotros en aquella noche de Navidad.

Volver a La Grita en Navidad me permite acercarme a esas eternas lecciones que aprendí en ese espacio que era una escuela y con unos paisanos donde todos  eran maestros. Hoy regreso «Por sus callesque vansubiendo al cielo. Para poder tocar las nubes con las manos…». Hoy voy a otras NAVIDADES COMO AQUELLAS