«ASÍ MUERE UN MAESTRO ».

Dr. Felipe Guerrero

El maestro TEODULFO RAMIREZ ha partido en silencio hacia el viaje infinito, porque así mueren los auténticos maestros: En silencio.

Quienes permanecemos acá, conmovidos por su partida, nos vamos envolviendo en una atmósfera llena de gratos recuerdos y vivencias compartidas. TEODULFO RAMIREZ siempre fue un profesional a toda prueba, dedicado en su totalidad a la tarea de educar a los jóvenes que tuvieron el privilegio de tenerlo como Maestro. Un docente investigador, hombre culto y de reconocida trayectoria académica en las aulas de nuestros liceos y de nuestra Universidad Católica del Táchira, pero ante todo, fue un hombre de fe, que no dudó jamás en compatibilizar los preceptos científicos con su convicción cristiana.

Cuando conocí  del nacimiento a la vida eterna del educador TEODULFO RAMIREZ busqué a Antonio Machado el gran acompañante cuando peregrinamos los caminos de la vida. Parafraseando la elegía del poeta podemos afirmar que: «Ahora se nos fue el maestro. ¿Murió? Sólo sabemos que se nos fue por una senda clara diciéndonos: Hagan un duelo de labores y esperanzas. Sean buenos y no más, sean lo que yo he sido entre Ustedes. Y hacia otra luz más pura partió el hermano de la luz del alba, del sol de los talleres… El maestro de la vida santa».

TEODULFO RAMIREZ fue un docente muy admirado por sus alumnos, un maestro sediento de conocimientos que fue haciendo de la pedagogía una herramienta irreemplazable para modelar y formar académicamente a los jóvenes, que para él, eran su motivación profesional.

En educación queda mucho por hacer para cumplir los sueños liberadores de la escuela y TEODULFO RAMIREZ ya no está para caminar con nosotros. Nos queda su motivación, su constancia, su testimonio y sus ideas. Ahora nos toca a nosotros recoger su testigo y demostrar que, aunque el maestro pueda morir en silencio, el eco de sus palabras en nuestros corazones y en nuestras manos es inextinguible.

Ahora más que nunca, nos toca a los Maestros  ser la gota que horada la piedra hasta partirla, el grano de arena que se levanta para construir la duna, el ladrillo que da forma al edificio común de una escuela en la cual no sobra nadie y pueden, definitivamente, aprender juntos alumnos y maestros.

Se dice que «Cuando un maestro muere, nunca muere porque deja su huella imborrable en sus alumnos, deja todas sus enseñanzas y todos los buenos consejos  que brindó en su peregrinaje magisterial».

Henry Adams afirmó que «El maestro deja una huella para la eternidad; nunca se puede decir cuándo se detiene su influencia». Los valores que entregan los Maestros  son las bases que harán que los sueños de los alumnos se fortalezcan hasta verse concretados y siempre estarán ahí festejando el triunfo del alumno que logró conseguirlo.

Hoy son muchas las generaciones que despiden en su partida al maestro TEODULFO RAMIREZ y elevan una plegaria de gratitud al cielo por las enseñanzas recibidas.

El maestro TEODULFO RAMIREZ partió en silencio hacia el viaje infinito, porque es así en silencio como MUERE UN MAESTRO