Como maestro elevo mi voz no sólo para homenajear a una maestra sino para dar cumplimiento a una obligación que todos tenemos. Es el sagrado deber de transmitir a la comunidad testimonios vivos y recuerdos ejemplares de personas, cuyas aseveraciones y declaraciones sirven de anclaje para la construcción de la sociedad con un sentido profundo de la ética y de los valores. Más que escribir una visión personal, solo transcribiré en palabras lo que esta maestra reveló con hechos.
MECHITA: El mejor homenaje que podemos hacerte, es demostrarte que tu ejemplo ha sido útil.
Hoy tus discípulos, ese millón de alumnos, vuelven a tocar el meridiano de tu frente, a recorrer el sendero trazado en sus cuadernos; vuelven a beber del manantial de tu palabra
y a dorar sus sueños con el microscopio de tu eterno servicio.
MECHITA: En esta hora tus alumnos vuelven temerosos de la noche turbulenta,
a buscar la luz en tu senda luminosa. Vuelven a escuchar tus enseñanzas de paz y de armonía. En una hora donde los truenos de la guerra y la violencia amenazan el mañana
MECHITA: Tus discípulos vienen a escuchar tu voz pausada que enseña a buscar la libertad en la luz del alfabeto, ellos vuelven a oír tu clase magistral que enseña cómo romper cadenas y como encender faroles para iluminar los caminos de la patria.
MECHITA: Te pedimos que nos vuelvas a dictar tus clases, para aprender a respetar la dignidad de la persona humana, para volver a navegar en el mar de tus creencias, para conocer, entender y asimilar que sólo con personas libres podemos cultivar claveles en la arena del desierto y podemos sembrar corazones donde crecen los abrojos.
MECHITA: Eres como el cóndor que vuela hacia la luz. Déjanos tu limpia sombra, regálanos tu sentir de maestra hecho constancia y tu actuar de maestra hecho testimonio.
Intercede ante el eterno Maestro para que nos de la gracia de ser mejores maestros.
MECHITA: En esta hora nos acercamos a tu cátedra, enrollados a un universo de fraternos abrazos, porque la vida es un hermoso peregrinaje y es dándole sentido como la propia vida se eleva, nos consuela, nos da, nos eterniza y nos redime al liberar a otros…
MECHITA: Fuiste maestra y los auténticos maestros hacen que su grito se encadene con el trinar de los turpiales, que su canto derrame toda la armonía para darle brillo al pentagrama.
MECHITA: Deja que tu sueño abra sus alas, como el Cóndor de los Andes que acaricia las altas cumbres montañosas. Que el viento de nuestras montañas lleve lejos tu palabra, que tus lecciones fecunden las llanuras, que tu verbo eche raíces en los duros pedregales.
MECHITA: Que tu escuela, que tu Liceo, que tu Universidad sean barcas tripuladas de esperanzas, que recorran mares y océanos difundiendo tu mensaje y hoy cuando esas embarcaciones lleguen al puerto del Cielo que anclen en las alturas y el sol brille en tu bandera.
MECHITA: Acompáñanos a quienes seguimos peregrinando por estos caminos y veredas.
¡Siembra en cada escuela mensajes de esperanza!
Ya se escuchan en la altura campanas de victoria. Hay música en tus labios, hay luz en tu mirada. Por siempre cantarás un Salmo de Esperanza
Hoy cuando el sol derrama su sabia redentora, te traigo como ofrenda la risa de los niños,
porque ellos conocen tu azul peregrinaje y hacen una alfombra de flores que perfuma todo el universo.
MECHITA: Gracias por compartir con nosotros lo que sabías. Gracias por contagiarnos tu ilusión por lo que hacías… Gracias por enseñarnos como hacer un mundo mejor… Por todo eso: «GRACIAS MECHITA»
María Sol Ramírez de Mantilla
Luis Herrera
carmen contreras
Nolis Mercedes Pérez de Chacòn