ÉXODO DE MISIONERAS  

Dr. Felipe Guerrero

Las «Misioneras de la Caridad» integran una de las familias espirituales surgida del amor por los más abandonados de la Madre Teresa de Calcuta. Este grupo de servidoras montó su tienda de campaña entre los pobres de Nicaragua y abrió sus puertas de servicio en 1988    
en una visita que realizó a ese país la Madre Teresa. Desde entonces las «Misioneras de la Caridad» mantienen un Hogar en la ciudad de Granada en el que albergan adolescentes abandonados o víctimas de abusos, a quienes les brindan ayuda psicológica y educación integral. Junto a las clases regulares, enseñan música, teatro, costura y otros oficios para que se puedan reinsertar en la vida.

Asimismo, las «Misioneras de la Caridad» cuentan con un asilo de ancianos en Managua, a quienes les proveen de alimentación, vestimenta y cuidados médicos. También desarrollan un amplio programa en el que brindan reforzamiento escolar a estudiantes en situación de riesgo, en su mayoría hijos de mujeres trabajadoras de los mercados populares.

Además tienen una guardería en la que cuidan a decenas de niños de familias de escasos recursos, cuyos padres -principalmente madres solteras y vendedoras en los mercados, ambulantes, o por cuenta propia-, no tienen para pagar por el cuidado de sus hijos.

Todos estos servicios evidencian que las «Misioneras de la Caridad» son un grupo de mujeres que siguen manteniendo todos los signos que sembró la Madre Teresa de Calcuta, al hacer de la comunidad cristiana una real iglesia samaritana.

En Nicaragua, con su testimonio de servicio, estas «Misioneras de la Caridad» nos recordaban que «En aquellos lugares donde hay pan,  allí está Dios y en los lugares donde no hay pan, la realidad nos convoca a actualizar la memoria subversiva de Aquel que se hizo pan partido y repartido, porque nosotros, llamados por la luz de su Memoria, marcháramos por la tierra dando testimonio de fraterna y subversiva Eucaristía».

Ahora la corrupta podredumbre del poder dictatorial que se ha instalado en la católica América Latina persigue, atropella y expulsa a las «Misioneras de la Caridad»

Los cobardes gobernantes que utilizan como argumento fusiles y bayonetas para humillar  a los débiles, aspiraban hacer llorar a las valientes misioneras. Pero cuando las vemos partir, expulsadas por los poderosos de los espacios de la pobreza, encontramos en cada una de estas mensajeras de la esperanza, el testimonio del amanecer de un nuevo día para los cristianos dispuestos a luchar como verdaderos discípulos del resucitado.

Pareciera una paradoja, pero la marcha silenciosa de las «Misioneras de la Caridad», expulsadas de Nicaragua,  representa en este continente el resonar de un nuevo amanecer cristiano. Vemos con esperanza la lección que nos entregan las «Misioneras de la Caridad» al momento de verse obligadas a dejar a los más necesitados. Rescato ese testimonio porque en muchos casos por omisión, por cobardía disfrazada de neutralidad, la memoria del pueblo cristiano de América se fue llenando de silencios, de olvidos y de nostalgias, pero, por sobre todo, porque la memoria s fue llenando de ausencias.

En Venezuela y en todo este mundo occidental, los discípulos del resucitado nos fuimos llenando de tristeza y de angustia

Con hermosa expresión, Pablo VI llamó a América Latina el «Continente de la Esperanza». Hace más de medio siglo en 1966, el pontífice explicó el contenido de esa esperanza, poniendo de relieve «la original vocación de América Latina de plasmar en una síntesis nueva y genial lo antiguo y lo moderno, lo espiritual y lo temporal, para dar testimonio de una novísima civilización cristiana».

Los Cristianos de este «Continente de la Esperanza» viven una hora similar a la del primer Viernes Santo. Hay una generalizada actitud de desaliento, descorazonamiento, tristeza y postración. Ésta es una hora de riesgo en este continente. Son tiempos de acedia. El Señor parece muerto o ausente. Son tiempos de ceguera para el bien y para el servicio a los humildes.

En medio de esta angustia, el testimonio de las «Misioneras de la Caridad», sirve para tensionar y para romper los silencios porque representa la acción transformadora de las nuevas voces.

Gracias a las «Misioneras de la Caridad» por su mensaje. En este mundo materialista donde interesa el dinero, la comodidad y el poder político-económico, ellas nos enseñan con sencillez que lo que vale la pena es amar a los pobres.  Y entre ellos a los más pobres.

Se acerca la hora en que América vuelva a ser el «Continente de la Esperanza». Soñamos con ese «Continente Cristiano vestido solamente de Evangelio y de sandalias».

Aunque nos obliguen a vivir en el exilio y en el destierro, no podemos olvidar el mandato de Teresa de Calcuta: «Amar a los más pobres y amarlos hasta que duela».

1 Comments

  1. A pesar de tanta indolencia mostrada por los regímenes autoritarios, nosotros los Cristianos Católicos, no somos capaces de crear albergues como los que han creado esas Misioneras de la Caridad. Tanto dinero derrochado de quienes lo obtienen fácilmente, sólo sirve para ostentar y malgastarlo en centros de diversión y frivolidad.

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