DEUDA DE GRATITUD  

Dr. Felipe Guerrero

Recordamos y celebramos con júbilo el sexagésimo Aniversario de la Ordenación Sacerdotal de Monseñor Luis Alfonso Márquez. Por conocer su proverbial humildad, al intentar hacer un justiciero reconocimiento a este hombre, nos vemos obligados a seguir las palabras de Gregorio el Taumaturgo, quien afirmó: «No está bien evitar el elogio por miedo a que nuestra gratitud no corresponda a los beneficios recibidos. Por el contrario, debemos intentarlo con audacia aunque no estemos a la altura. Quizás nuestro discurso no alcance la perfección, pero al menos escaparemos de la ingratitud, porque es una ingratitud el silencio absoluto bajo cualquier pretexto».

Monseñor Luis Alfonso Márquez pertenece a ese grupo de maestros en los que veo un testimonio permanente de servicio, a los que admiro por su sencillez y por los que estoy siempre agradecido porque en diferentes oportunidades me han dado eternas lecciones de vida. Monseñor Luis Alfonso Márquez nunca ha aspirado a ninguna posición,  ni preeminencia ni fama. Con constancia realiza un  trabajo que pasa desapercibido, que no es espectacular, pero con humildad y rectitud lleva a cabo lo que es importante para la comunidad. Como todos los seres humanos, tiene desafíos, pero en sus vicisitudes es capaz de hallar la dulzura que tan a menudo es la silente compañera de la adversidad.

La fortaleza del pueblo de Dios reside en los  humildes servidores como Monseñor Luis Alfonso Márquez que se esfuerzan día a día por realizar la voluntad del Salvador. En estos servidores late en su corazón el vivo deseo de servir, porque el verdadero  hijo de Dios no anda detrás de que le reconozcan sus méritos, sino que vive siempre con los ojos puestos en Jesús, para dedicar su vida al servicio como ofrenda agradable al Todopoderoso. Estos humildes servidores están atentos a la advertencia de  Jesús: «El que quiera ser el primero entre Ustedes será su siervo; como el Hijo del Hombre que no vino para ser servido, sino para servir» (Mateo 20, 27-28).

En Monseñor Luis Alfonso Márquez, me impresionan dos cualidades: Primero su Humildad que lo lleva a ser sumiso a la voluntad de Dios y Segundo su permanente Gratitud. A pesar de las dificultades y de las pruebas de la vida, siempre mantiene y conserva un sentimiento de gratitud por las bendiciones de Dios y por la bondad de la vida. En  Monseñor Luis Alfonso Márquez, se fusiona la humildad y la gratitud que son las características gemelas de la felicidad.

El peregrinaje terrenal de Monseñor Luis Alfonso Márquez, se inicia en Tovar. Nació en el fértil Valle del río Mocotíes, en el Estado Mérida. Muy pequeño se traslada a La Grita donde cursa sus estudios de Primaria y Bachillerato en el histórico Seminario Kermaría regentado por los Eudistas. El Noviciado lo cumple con los Padres Eudistas, en Santa Fe de Bogotá, donde culmina sus estudios de Filosofía y Teología.

Hace sesenta años, el 29 de Junio de 1962 es ordenado sacerdote  en La Grita en ocasión de la celebración de la fiesta de San Pedro y San Pablo.

El 18 de Octubre del año 2001, el Papa Juan Pablo II lo nombró Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Mérida 

Fue ordenado obispo el 12 de enero de 2002, por Monseñor Baltazar Porras. 

El 15 de Julio de 2013, el Papa Francisco acepta su renuncia por haber llegado al límite de edad.

Luego de este extraordinario peregrinaje entonamos un Salmo de Gratitud.

Hoy agradecemos a Monseñor Luis Alfonso Márquez,  su compromiso pastoral asentado en la humildad, reconociendo que la propia Palabra de Dios nos descubre la debilidad de nuestras fuerzas, pero ella misma nos garantiza el éxito.

Monseñor Luis Alfonso Márquez ha elevado sobre la humildad, una robusta confianza en el Señor.

Hoy agradecemos a Monseñor Luis Alfonso Márquez,  porque esa confianza en Dios y en su Palabra la hace extensiva a todas las personas.  Muchos nos preguntamos, ¿De dónde saca las energías y el tiempo para atender a tantas solicitudes pastorales?. Un hombre incansable que ninguna alborada lo ha sorprendido dormido.

Hoy agradecemos a Monseñor Luis Alfonso Márquez por su peregrinaje. Recorre caminos de pobreza, obediencia, servicio y entrega.

Humildad, confianza y entrega, son virtudes y actitudes que le agradecemos y de las que debemos aprender.

«El Señor ha estado grande con nosotros y por eso estamos alegres» (Sal 125). Gracias  a Monseñor Luis Alfonso Márquez por su testimonio y entrega. Con él tenemos una DEUDA DE GRATITUD