BANQUETE DE CORAZONES

Dr. Felipe Guerrero

Como todos los años, por estos días iniciales del mes de Diciembre participamos en la realización del «BANQUETE DEL PAN Y EL VINO» que desde hace más de un cuarto de siglo, organiza la «FUNDACIÓN AYUDANDO A VIVIR». En esta oportunidad, casi al momento de partir a tan esperanzadora actividad, llega a nuestro hogar la visita de una adolescente que viene desde La Grita. Aquella niña portaba unos morrales repletos de tristeza, de lágrimas y desconsuelo. Apenas nos vio inició la dolorosa confesión: «En estos dos últimos meses perdí a mi padre, a mi madre y a mi abuelo». Esa es la misma historia que se repite por todos lados. Miles de hijos sin padres por culpa de la pandemia. Son los huérfanos, víctimas de esta tragedia invisible aún sin respuesta por parte de los organismos públicos.

«Ya no tengo más lágrimas, la verdad. Me quedé sin familia, perdí mi tranquilidad, se disiparon mis sueños, soy huérfana… No tengo padres. Ya no quiero vivir». Ese «No querer vivir» era una expresión que representaba una disparidad con «AYUDANDO A VIVIR».

Las desconsoladoras palabras de aquella adolescente, cuyo mensaje era capaz de afligir y entristecer, nos trajo a la mente la hermosa expresión de Juan Melchor, el maestroitaliano que fue el primer mentor de Don Bosco, quien afirmó que «Nadie es huérfano porque DIOS es nuestro Padre».

Con esta convicción marchamos a participar en la edición del «BANQUETE DEL PAN Y EL VINO» correspondiente al año 2021, bajo la organización de la «FUNDACIÓN AYUDANDO A VIVIR».

Este banquete fue la resurrección de la fe en la juventud, nos permitió renovar la confianza en la patria nueva.  ¡Que hermosa experiencia… !. Puedo decir con palabras que quisiera mías: «De este país canto las esperanzas y lloro la poca fe».

Mi «Nona» siempre afirmaba que «La vida es la mejor escuela». En la vida se aprende. Cierto que algunas lecciones son duras, pero suelen ser de las que más aprendemos.

Y… ¿Qué nos enseña la vida?. ¿Qué nos enseñó el Banquete?. Pues el Banquete como parte de la vida,  nos enseñó a vivir.

Durante la realización del «BANQUETE DEL PAN Y EL VINO» disfrutamos del renacer de la confianza en nuestra muchachada. El extraordinario espectáculo nos enseñó que la Pascua de Resurrección ocurre cada vez que abrimos nuestras manos para servir y nuestro corazón para amar.

Los asistentes esperaban la apertura del banquete que cada año ofrece el pan y el vino envuelto en unas artísticas presentaciones de altísima calidad. De pronto el ambiente se inundó con un tropel de muchachos que cantaban y bailaban como ángeles. Desde tiempos inmemoriales, la música ha sido protagonista destacada de la historia, es el sonido de humanos y de dioses.

En el banquete la música fue una clara homilía musical, pues la canción es una oración en sí misma. Con razón San Agustín decía: «Yo siento que estas palabras santas sumergen mi espíritu, en una devoción más cálida cuando las canto, que cuando no las canto, porque todo movimiento del alma encuentra un matiz diverso en el canto» (San Agustín, Las Confesiones, 10,33).

Esta hermosa homilía que combinó el texto bíblico contó con la certera conducción del maestro  Eduardo Gómez de la Vega, un calificado docente universitario que expresa sus actitudes de liderazgo en la juventud basado en una cultura humanizante y de desarrollo integral de la persona. Este artista es un acompañante y no un protagonista. Puede afirmar con el salmista: «Dios mío, mi corazón está firme, para tí cantaré y tocaré, gloria mía. Despertad, cítara y arpa, despertaré a la aurora» (Salmo 107)

La presencia de niños y de adolescentes hizo de este espectáculo un concierto con rostro de futuro. Esos muchachos lo mismo sueñan despiertos que cantan dormidos. En este momento de incertidumbre, esa juventud contagia esperanza porque ellos viven encantados. Su alegría es contagiante.

El maestro director  y los discípulos conforman un armonioso grupo. Estos artistas son de los que cantan, no de los que gritan. De los que cobijan, no de los que avasallan. En definitiva, de los que sonríen, no de los que amargan.

La extraordinaria presentación sirvió para responder a la gran interrogante ¿Cómo se llega a Belén?. A la pesebrera de Belén se llega cantando y en esta edición del «BANQUETE DEL PAN Y EL VINO» cantamos desde el «Adeste Fideles» esa clásica melodía que es un himno de la Navidad, hasta «El Burrito Sabanero» ese hermoso villancico que nos dibuja al borrico que acompañó a María y a José en el esperanzador peregrinaje de liberación.

En medio de armonías musicales, la presente edición del  «BANQUETE DEL PAN Y EL VINO» sirvió para recordarnos que nosotros tenemos la luz de la Palabra y que ese farol nos ayuda a ver y  a vernos;  a ver a Dios y a ver a los demás. Es esa Palabra de Dios la que nos ayuda a mirar más lejos, a mirar mejor. En este tiempo del Adviento el «BANQUETE DEL PAN Y EL VINO» fue un dibujo de esperanza, elaborado con firmes pinceladas.

Con la presente edición, el  «BANQUETE DEL PAN Y EL VINO» se convirtió en un BANQUETE  DE  CORAZONES