DELIA YA RESUCITÓ

Dr. Felipe Guerrero
Delia Patiño

Acabo de retornar del hogar de nuestra hermana DELIA PATIÑO…  El viento azota bruscamente, zarandeando las ramas florecientes, un sonido sublime hace llevar al pensamiento al último suspiro, al apagón para quien no tiene fe, o al tránsito y a la resurrección para quienes creemos en la comunión de los santos.

Tuve el honor de ver en su lecho a mi hermana DELIA PATIÑO. De no haber observado aquel rostro lleno de paz y de tranquilidad,  si no hubiera visto con mis ojos la armonía de aquel lugar, hoy no tendría la certeza de que nuestra hermana ya disfruta de la merecida paz en el paraíso celestial, gozando del  reencuentro con el Cristo del Rostro Sereno y con María de Los Ángeles.

Cuanta nostalgia al recordar a DELIA PATIÑO y a las emblemáticas imágenes de mi aldea.

Nostalgia es anhelo, es sentimiento de un recuerdo pasado, es el volver a un lugar o una situación para revivirlo. Nostalgia es un  dolor existencial.  Hoy viví esa nostalgia existencial; pero nostalgia también es esperanza. Es la posibilidad del reencuentro, es una espera creativa.

Nostalgia tiene que ver con la vivencia del tiempo: Del presente, del pasado y del futuro. Con este sentimiento conectamos todos los momentos.

En La Grita, siendo muy niños nos encontrábamos en la Plaza cuyo epónimo es el nombre del Maestro de los Andes. DELIA PATIÑO estudiaba en la Escuela Femenina «Jáuregui» mientras que yo asistía a la Escuela de Varones «Padre Maya». En el año 1960  ingresamos al Liceo identificado con el nombre del ilustre maestro Jesús Manuel Jáuregui. El país comenzaba a transitar el camino democrático y aquella muchachada era sólo los rostros cargados de sueños. Ahí pasamos los cinco años más hermosos de nuestra juventud.

En 1965 muchos de nosotros nos despedimos de La Grita para tomar múltiples caminos. En ese instante, descendimos de los páramos andinos así como descienden furiosas las ventiscas. Un abrigo de neblina y una ruana de esperanza arropaban nuestra juvenil ilusión.

Partimos por variadas rutas y veredas. Con DELIA PATIÑO viajamos hasta la Caracas de las millonarias lejanías, la Caracas síntesis de la nacionalidad, la Caracas de los sutiles amaneceres en donde las palabras no son suficientes para describirla, ya que su significado está más allá de lo descriptible.

En la vieja casona del Instituto Pedagógico de Caracas encontramos las manos generosas de imberbes muchachos, en cuyos rostros se dibujaban los signos identificadores de su herencia zuliana, llanera, andina u oriental… En definitiva en el Pedagógico y en «APROFEP» encontramos el dibujo de la totalidad de la patria.

De ahí salimos a peregrinar por la esta Venezuela «Para hacer con arcilla de espíritu… nuestro pueblo inmortal». Ayer estábamos convencidos y hoy ratificamos «Que esa obra gloriosa proclamen… Las montañas, los llanos y el mar… Cuando en voz de los vientos exclamen:

Educar, educar, educar»

Creo que el regalo más grande que se le puede brindar a una persona no es otro que ser su voz, su grito, su aliento cuando ya todo parece haber acabado. Te aseguro DELIA que junto al millón de tus alumnos lo vamos a hacer.

DELIA: Fuiste a lo largo de tu vida la síntesis de los mejores adjetivos: fuerte, decidida, luchadora,  pero por sobre todo: DIGNA. No transigiste con la injusticia y menos te doblaron las presiones y sinsabores que tuviste a lo largo de la vida. Fuiste la mejor madre: justa, noble, siempre prudente. La vida fue para ti un reto que siempre nos iluminó a todos en cada paso de nuestras vidas. Estoy seguro que no querrías vernos llorar porque tu vida estuvo llena de alegría y vitalidad. Pero concédenos al menos la posibilidad de decirte lo mucho que te queremos y el extraordinario ejemplo que nos diste. Sabes que estuviste con nosotros en todas las horas.

Te marchas cuando se acerca el  otoño en el sur, pero nos quedan las flores perennes de tu recuerdo. Se nos fue DELIA  pero  nos quedó la memoria de su vida, de su obra y de sus frutos.

Quienes fuimos sus compañeros de peregrinaje le decimos a DELIA: «Permanece a nuestro lado, cuando decaiga la intensidad de nuestra luz y  el recorrido que compartimos no sea más que un recuerdo, un instante suspendido en el tiempo, en la eternidad…».

DELIA: «Permanece a nuestro lado, cuando todos se hayan ido y  la soledad nos amenace y la oscuridad intente envolvernos, cuando el sonido de tu voz sea el último nexo con la vida y ya no podamos cantar y ya no podamos gritar».

DELIA: «Permanece a nuestro lado,  cuando todo parezca sucumbir al hastío y  el tedio se canse y  la música se ahogue, callada, lenta, mojada, en nuestra burlada garganta».

En esta hora decimos con el bardo: DELIA: «Estarás  presente en cada instante de nuestra existencia, estarás en nuestras oraciones y al final de nuestros días diremos que nunca te fuiste» 

Hermana DELIA: Estoy seguro que en  el jardín de la memoria y en el palacio de los sueños, ahí es donde nos encontraremos, en la eterna resurrección, porque DELIA YA RESUCITÓ.