UNA MAESTRA QUE ENSEÑÓ A TEJER VIDAS

Dr. Felipe Guerrero

Edita de Maldonado

En esta estación ¡Cuánto duele la soledad de unas noches tan sin luna para alumbrar nuestros pasos y con la ausencia de las estrellas para que nos acompañen!.

Con este tiempo regresé espiritualmente a Madre Juana, esa tan querida comunidad en la cual compartimos con los sectores más humildes de nuestra población, las más extraordinarias experiencias de liberación a través de la educación.

Conservamos intactos los más entrañables recuerdos. Los recuerdos los empezamos a guardar cuando comenzamos a escuchar nuestros propios pasos; pero el ruido del ayer se hace más intenso porque es nuestra propia marcha. Es desandar las veredas recorridas.

Y… al desandar soñamos, porque recordamos nuestras raíces… Soñamos con el ayer.

Hoy regresé a Madre Juana a desandar los caminos de ese templo del servicio que identificamos como «GONZALO MENDEZ».

Los habitantes de  Madre Juana son gente  que teje y desteje sus desflecados sueños en los telares de la esperanza, son gente que arrulla ilusiones en pequeñas canastas hechas con el mimbre de la fe. Hoy retorné para buscar en los amplios talleres de Educación para el Hogar a una sabia maestra que educaba para la vida. Ahí estaba, llenando todos esos espacios EDITA DE MALDONADO, la gran educadora que responsablemente enseñaba a tejer vidas.

Cuántas veces en los inicios de la década de los años Setenta del siglo XX con EDITA DE MALDONADO, realizamos ese incansable peregrinaje, cuando ascendíamos jadeantes por aquellas cuestas que en la expresión del poeta son esas calles «Que van subiendo al cielo  para poder tocar las nubes con las manos… Calles de mi niñez calles tranquilas que empinando se van detrás de la neblina».

Otro millón de veces bajamos con la maestra EDITA DE MALDONADO, acompañando a las furiosas ventiscas que descendían como grises sinfonías, apenas arropadas con frágiles ruanas de neblina.

Retornamos a Madre Juana, volvimos al Liceo «GONZALO MENDEZ» y  no se por que misteriosa paradoja ¡Todo era Silencio!… Aquel hogar de millones de enseñanzas nos recibió con su eterno abrazo de bienvenida pero ahora con un respetuoso silencio.

Hoy, Madre Juana y el Liceo «GONZALO MENDEZ» se transformaron en el puerto de las despedidas y hasta allá fuimos cuando nos enteramos que la maestra EDITA DE MALDONADO, se habías puesto en camino hacia la patria de la eterna primavera.

No podía estar ausente…Tenía la obligación de llegarme hasta el malecón de las ilusiones, para acompañar en la última hora de la partida a quien fue más que una compañera de trabajo, una Maestra de Trabajo y de Responsabilidad. Salimos con el corazón herido y la sola compañía de un cielo gris plomizo, con esa pesadumbre que se introduce en los pliegues del alma.

Y… En el torbellino de esta hora, en el momento exacto de su partida intenté decirle ¡Adiós…!.

Pero… ¿Cómo se le dice adiós a alguien de quien que no nos queremos separarnos?…

Por eso apenas levanto  mi mano para batir el pañuelo blanco de las despedidas.

No es tiempo de llanto porque EDITA DE MALDONADO mi maestra se va, pero quedándose. Las lecciones que nos dictó en los Talleres del Liceo «GONZALO MENDEZ» ahora son canciones que se alzan sobre la muerte. En esta hora, cualquier lugar del mundo es un Liceo «GONZALO MENDEZ» y desde todos los espacios cantamos sin lágrimas, porque  la voz de la maestra EDITA DE MALDONADO nos sigue explicando lecciones de honradez, de trabajo y de transparencia. La querida maestra nos sigue hablando de los sueños, de los miles de sueños y del millón de utopías.

En Madre Juana, una lluvia de buenos y antiguos recuerdos se precipitó  con furor sobre todos quienes fuimos sus compañeros de trabajo y sus alumnos.  Se formaron  arroyos que correrán, como las penas, garganta abajo y se harán visibles en los ojos de los antiguos discípulos porque golpearán con furia el ser interior.

Son centenares de alumnos con corazones desnudos y anónimos para el mundo pero que la maestra  EDITA DE MALDONADO si los reconoce. Ella junto a una pléyade de auténticos maestros, participó a nuestro lado  en esa hermosa tarea liberadora en las aulas del Liceo «GONZALO MENDEZ», siempre  «Para darnos la patria como buena… Para darnos la patria sin dolor de palabra… Como se dan las patrias,  sin mojar las ojeras… Como se dan los ojos sin cortarles el día… Como se da la noche, sin cortarle la estrella… Como se da la tierra, sin cortarle los árboles… Como se dan los árboles, sin cortarles la tierra».

Esa pléyade de maestros de la cual formaba parte EDITA DE MALDONADO nunca trajeron urgencias al liceo,  porque para ellos era más importante enseñarle a los muchachos el credo de la vida buena, el credo de las causas más humanas, la oración que incluye la causa de la justicia y de la libertad de todos, para que todos puedan compartir el llanto y la lucha con los otros que también son hermanos.

Elevo un salmo de gratitud al Dios de la vida por haberme estado al lado de esos maestros y agradezco todo cuanto me regaló la maestra  EDITA DE MALDONADO, porque en sus clases ella nos enseñó a multiplicar el servicio, a sumar la cooperación, a restar el egoísmo y a dividir las virtudes entre todos.

Alguien me dijo que la maestra  EDITA DE MALDONADO, en este momento está dictando lecciones en las escuelas del cielo, porque ella es UNA MAESTRA QUE ENSEÑA A TEJER VIDAS