TESTIMONIO CRISTIANO

Dr. Felipe Guerrero

Durante los últimos días los aguaceros y los deslaves no dan tregua en el estado Mérida. Mientras la lluvia repica sobre los tejados, un inmenso lago de dolor inunda los corazones  de los habitantes de la montaña andina,  ahogando las ilusiones y los sueños de los corazones. Afirmamos con el poeta que «Los ríos se han subido a las nubes… abajo se apagan los fogones y las tazas de café saben amargo».

Lluvias de varias horas cayeron en el Valle del Mocotíes y rocas gigantescas descendieron desde las montañas provocando inundaciones.

El agua no solamente es fuente de la vida, también es  metáfora del tiempo y del movimiento. Sumado al doloroso calvario por el cual peregrina la sociedad venezolana, ahora se suma el potencial destructivo de estos fenómenos, asociados a la intervención humana y a la imprevisión con la cual se conduce al país. Venezuela vive un largo diluvio con las dramáticas consecuencias del desastre que afecta particularmente a los marginados y excluidos.

Quienes disfrutan del poder afirman que todo cuanto ocurre es la «Voluntad de Dios» para de esta manera justificar la pereza, la comodidad y la falta de compromiso. La real «Voluntad del Todopoderoso» está en crear, en superar y en transformar honestamente.

Dios nos invita a luchar contra todo lo que nos esclaviza y a defender todo aquello que nos libera. Los cristianos tenemos la obligación de luchar contra todo sistema de opresión que ofenda la dignidad de la persona humana.

Cuando vemos a los poderosos que encarnan estructuras alienantes que las defienden usando la «Razón de las Armas» se reaviva nuestra vocación cristiana para atender la llamada combativa contra toda injusticia.

Los medios de comunicación social se hicieron eco del abusivo comportamiento de los efectivos militares desplegados en la Parroquia Tovar del Estado Mérida, quienes intentaron impedir la entrada de ayuda humanitaria enviada para los habitantes del Valle de Mocotíes, afectados por las fuertes lluvias que han provocado inundaciones en la entidad.

Frente a esta situación, el Obispo Auxiliar de Mérida, Luis Enrique Rojas, se enfrentó a los efectivos y delante de los funcionarios armados declaró: «Quieren quitarle la ayuda a la gente. Basta de que maltraten al pueblo».

Este hermano, le puso voz y rostro cristiano al justiciero reclamo.

Al ver el testimonio honesto y valiente del hermano Luis Enrique Rojas,  pude evocar aquello que escribió Pablo VI: «El hombre contemporáneo escucha con atención a los testigos», porque precisamente los grandes cristianos de todos los tiempos son santos de la fe no porque tuvieran una teoría perfecta sobre el cristianismo, sino ante todo porque vivieron el Evangelio con coherencia. Porque fueron testigos a veces hasta la muerte. Importante recordar en esta hora que la palabra «Mártir» significa «Testigo» en griego.

Ser testigo no está solamente relacionado con el hecho de predicar, sino con el hecho de testificar, no simplemente con palabras, sino con nuestra vida, con nuestro vivir, y aun con el sacrificio de nuestras vidas. Debemos dar testimonio del mensaje liberador de Jesús a costa aun del sacrificio de nuestra propia existencia.

Se piensa que predicar el evangelio es simplemente dictar una clase, una conferencia o una homilía. La verdadera predicación del evangelio debe ser parte de nuestra vida diaria, de nuestra vida cristiana. Estamos aquí por causa de esto, y nuestro vivir es lo que predicamos. Predicamos no sólo con palabras, sino con nuestra vida.

En este tiempo de crucifixión, cuando Venezuela camina hacia el calvario agradecemos el gesto del Obispo Auxiliar de Mérida, Luis Enrique Rojas. Como el Cirineo del Viernes Santo, sin cobardía vino a ayudarnos a cargar la cruz. Bien vale la expresión: «Hay que arriesgar la vida por las verdades y arriesgan el pellejo,  como manera para tener una vida auténtica».

Buena hora de resurrección. Decimos con el Profeta Jeremías: «El Señor está con nosotros como campeón temible; por tanto, nuestros perseguidores tropezarán y no prevalecerán. Quedarán muy avergonzados, pues no han triunfado».

En Venezuela existen muchos cristianos dispuestos a ponerle voz y rostro cristiano al justiciero reclamo. Esos hermanos son el mejor TESTIMONIO CRISTIANO